Foto.: Internet
26/05/2016 Actualmente la pobreza afecta a unos 1.500 millones de personas de todo el mundo; de ellas un 70% son mujeres. Existen diversos motivos por los que la pobreza incide más en las mujeres, pero en todos ellos la causa es la desigualdad de género: en muchos países las mujeres no tienen acceso a la educación básica, no pueden acceder al mercado de trabajo, y si lo hacen siempre es en peores condiciones que los hombres.
La recuperación de los residuos acumulados en las calles y en los vertederos de las grandes ciudades, pueden servir para empoderar a mujeres de comunidades vulnerables. Existen numerosas experiencias en Latinoamérica, y también en algunos países africanos y asiáticos, donde colectivos de mujeres han encontrado formas de autoempleo y la manera de obtener ingresos que les posibilitan alimentar a sus familias.
26/05/2016 Actualmente la pobreza afecta a unos 1.500 millones de personas de todo el mundo; de ellas un 70% son mujeres. Existen diversos motivos por los que la pobreza incide más en las mujeres, pero en todos ellos la causa es la desigualdad de género: en muchos países las mujeres no tienen acceso a la educación básica, no pueden acceder al mercado de trabajo, y si lo hacen siempre es en peores condiciones que los hombres.
La recuperación de los residuos acumulados en las calles y en los vertederos de las grandes ciudades, pueden servir para empoderar a mujeres de comunidades vulnerables. Existen numerosas experiencias en Latinoamérica, y también en algunos países africanos y asiáticos, donde colectivos de mujeres han encontrado formas de autoempleo y la manera de obtener ingresos que les posibilitan alimentar a sus familias.
En el año 2010, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ONU habitat, iniciaron el proyecto DE BASURA A RIQUEZA, que enseñó a 37 mujeres a usar los desechos para fabricar abono.
Las mujeres trabajan de forma cooperativa y solidaria en la capital de Malawi, Lilongwe, recolectando los desechos de las calles y de los vertederos no controlados. Clasifican y separan los residuos de manera que el vidrio, las bolsas de plástico, el papel y otros materiales son depositados en espacios específicos, donde las autoridades locales se encargan de enterrarlos y/o incinerarlos. Las mujeres se hacen cargo del resto de residuos, que son tratados durante unas semanas para transformarlos en abono. Este compostaje es embolsado y vendido a los pequeños agricultores, a los propietarios de pequeños huertos familiares y también al ayuntamiento de Lilongwe para su vivero municipal.
Cada mujer puede vender un promedio mensual de 30 kg de abono que le proporciona una ganancia de 50 dólares. Esta cantidad les permite alimentar a sus familias y poder enviar a sus hijas e hijos a la escuela.
En la actualidad existen muchos más grupos de mujeres que participan en este proyecto. Esto les ha permitido recibir formación sobre reciclaje de residuos y salud pública, les ha dado autonomía económica y les ha permitido salir del aislamiento de sus casas y establecer relaciones de solidaridad con otras mujeres.
Fuente. http://www.undp.org/
Fuente. http://www.undp.org/
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