5 jun 2015

MEDIO AMBIENTE Y GÉNERO

                                        Foto. Teresa Claramunt

Desde los comienzos de la humanidad,  las mujeres han jugado un papel muy importante en el cuidado y protección del medio ambiente. En la prehistoria las mujeres cazaban, recolectaban y cultivaban la tierra, es por tanto evidente que ya conocían las especies animales y vegetales y sabían que factores mejoraban o empeoraban sus cosechas.
En virtud del sistema sexo/género la relación de las mujeres con la naturaleza se articula de  forma diferente a la de los  hombres. En la mayoría de las sociedades, las mujeres son las encargadas de la subsistencia familiar: cocinan, cultivan la huerta familiar, acarrean el agua, etc., es decir a las mujeres se les ha adjudicado siempre el ámbito restringido de lo doméstico y lo privado mientras que los hombres se han reservado lo público, la cultura y el poder.
Las mujeres y los hombres no están involucrados ni en el mismo grado ni de la misma forma en los problemas ambientales. Esta diferenciación se da tanto en su papel de usuarias, productoras y consumidoras de los recursos naturales y del medio ambiente como en el de expertas conocedoras y gestoras.
Durante muchos años se ha supuesto que los impactos negativos de los grandes problemas ambientales y los esfuerzos para mitigarlos,  tienen efectos similares tanto en mujeres como en hombres. Sin embargo, últimamente se está reconociendo cada vez más que mujeres y hombres viven los problemas de manera diferente y que las desigualdades de género disminuyen la capacidad de las mujeres para hacerles frente. También se está reconociendo que las mujeres son gestoras importantes del cambio, al tiempo que poseedoras de conocimiento y destrezas importantes para todo lo relacionado con la mitigación, adaptación y reducción de riesgos de los problemas ambientales.
La visión de las mujeres sobre temas tales como la destrucción de la capa de ozono, la deforestación de bosques y selvas, o la evidente contaminación del medio, ha generado el denominado ecofeminismo, un movimiento social que aparece en Europa en 1974. Sin embargo, y para demostrar que el ecofeminismo no es la única  respuesta de las mujeres a la situación del medio ambiente se produce la paradoja de que  las mayores movilizaciones de las mujeres en torno a la conservación de la naturaleza se han dado en los países menos desarrollados  (Movimiento Cinturón Verde, en Kenia o el movimiento Chipko, en la India).
El género como categoría de análisis está ausente en gran parte de los estudios realizados a favor de un desarrollo sostenible, si bien en los últimos años comienza a hacerse visible en los organismos internacionales,  gracias, sobre todo, al tesón de grupos de mujeres del llamado Tercer Mundo.
La inclusión de las mujeres en materia de medio ambiente es muy reciente, puesto que  ni en la Declaración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el medio humano (Estocolmo 1972), ni en el Informe de la Comisión Brundtland (1987) se contempló la perspectiva de género.
En las reuniones preparatorias de la Cumbre de Río (1991-1992), la Asamblea Mundial sobre la Mujer y el Medio Ambiente y el Congreso Mundial de Mujeres por un Planeta Sano iniciaron un diagnóstico de las distintas situaciones a las que se enfrentaban mujeres de distintas zonas del planeta con relación al medio ambiente y se plantearon recomendaciones concretas de cara a la Conferencia de Naciones Unidas. El consenso alcanzado se presentó en documento Agenda 21 de la Acción de las Mujeres, en el que se recogía más de un centenar de epígrafes relacionados con el medio ambiente, en un capítulo titulado Medidas mundiales a favor de la mujer para lograr un desarrollo sostenible y equitativo. En el se  invitaba a los gobiernos a introducir los cambios constitucionales, legales, administrativos, culturales, sociales y económicos necesarios para eliminar todos los obstáculos a la participación plena de las mujeres en el desarrollo sostenible y en la vida pública. Se reconoció la importancia del conocimiento y las prácticas tradicionales de las mujeres,  destacando las contribuciones que éstas han hecho a la conservación de la biodiversidad.
En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) se señaló como objetivo primordial en materia de recursos naturales y medio ambiente  "lograr la participación de las mujeres en la adopción de decisiones relativa al medio ambiente, integrar la perspectiva de género en las políticas y programas a favor del desarrollo sostenible”. En la declaración política de la  Cumbre de la Tierra de Johannesburgo (2002) se recogieron también  varios compromisos importantes relacionados con las mujeres.
La concesión del Premio Nobel de la Paz, en el año 2004  a la bióloga keniata Wangari Maathai, en reconocimiento a su lucha a favor del medioambiente y de las mujeres fue decisivo para el avance de la inclusión de la perspectiva de género en el análisis de los problemas medioambientales.

A pesar de ello en  la Cumbre sobre el Cambio Climático de Copenhague (2009)  las mujeres tuvieron  que organizarse y presionar para que se recogieran sus propuestas en los distintos documentos utilizados en la reunión. Algo similar ocurrió en la Cumbre de Río +20 (2012),  en la que se celebró una cumbre paralela de mujeres presidentas y primeras ministras de países tales como Brasil, Jamaica, Dinamarca, Costa Rica, Lituania y Australia, así como ex-presidentas y ex-primeras ministras de Irlanda, Chile, Finlandia, Noruega y Suiza,  para denunciar carencias relacionadas con la perspectiva de género  en el documento final de la cumbre.
En la Conferencia sobre Cambio Climático de Varsovia (2013), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dio a conocer el primer índice de Medio Ambiente y Género, clasificando a 72 países para  estudiar como se traducen los mandatos de género en sus políticas  sobre el medio ambiente. Los países mejor clasificados fueron Islandia, Holanda y Noruega. República Democrática del Congo, Yemen y Mauritania ocuparon las últimas posiciones del ranking. España aparecía en el octavo puesto.  

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