23/04/2018
LAS HUELLAS DE LA VIDA (Lumen, 2009), de la autora estadounidense TRACY CHEVALIER, es una novela histórica que relata, por un lado, la amistad entre MARY ANNING Y ELIZABETH PHILPOT, dos buscadoras de fósiles en las playas de Lyme Regis, al suroeste de Inglaterra y por otro las numerosas dificultades que tuvieron que sortear hasta conseguir el reconocimiento social de su papel como científicas y vencer las ideas "creacionistas" predominantes en esa época. Una pequeña muestra de cómo se relatan en la novela estas dificultades podría ser el siguiente texto, que recoge una opinión de Elizabeth Philpot:
"...pero fue su desprecio a la capacidad de observación de las mujeres -negandonos de ese modo a Mary y a mi todo el mérito de lo que habíamos hallado a lo largo de los años-"
(pág.132).
En las entradas anteriores de este blog, referidas a la presencia de mujeres científicas en la literatura de ficción, siempre se han tratado libros en los que, o se nombraba a una científica real o las protagonistas eran científicas ficticias. También había novelas en las que, de una manera u otra, aparecía Marie Curie. La singularidad de Las huellas de la vida radica en que las protagonistas son científicas reales.
"...pero fue su desprecio a la capacidad de observación de las mujeres -negandonos de ese modo a Mary y a mi todo el mérito de lo que habíamos hallado a lo largo de los años-"
(pág.132).
En las entradas anteriores de este blog, referidas a la presencia de mujeres científicas en la literatura de ficción, siempre se han tratado libros en los que, o se nombraba a una científica real o las protagonistas eran científicas ficticias. También había novelas en las que, de una manera u otra, aparecía Marie Curie. La singularidad de Las huellas de la vida radica en que las protagonistas son científicas reales.
MARY ANNING (1799-1847)
Paleontóloga británica, recolectora y coleccionista de fósiles del Jurásico. Sus descubrimientos fueron primordiales para demostrar la teoría de la evolución de las especies.
A los 12 años su primer descubrimiento un fue un reptil marino de más de 5 metros completo, Al cabo de los años se supo que era el primer esqueleto de Ictiosaurios. Ganó 27 libras por su venta y fue el inicio de su vocación como buscadora de fósiles. Huérfana en una familia de escasos recursos decidió ayudar a la economía familiar con esta actividad, primero vendiendo fósiles en el mercado y más adelante abrió una pequeña tienda que fue visitada por los grandes científicos de la época que compraban sus fósiles para las colecciones de los grandes museos de Europa. Aunque fue considerada una intrusa, grandes geólogos de la época le visitaron, compraron y mantuvieron correspondencia con ella. Murió a los 47 años de cáncer de mama, tomaba láudano contra el dolor y esto le llevó a ser considerada una alcohólica.
Su reconocimiento fue tardío. Tras su muerte la Sociedad Geológica de Londres le dedicó un homenaje, cosa que nunca se había hecho a alguien no perteneciente a la sociedad y mucho menos a una mujer.
ELIZABETH PHILPOT (1780-1857)
Paleontóloga británica recolectora y coleccionistas de fósiles, sobre todo de peces. Nacida en Londres, al morir sus padres, se trasladó junto a sus hermanas, a Lyme Regis. Allí conoció a Mary Anning y a pesar de las diferencias de edad y de clase social se hicieron amigas y de forma habitual buscaban fósiles juntas.
Su colección de fósiles estaba expuesta en su casa y era visitada por los turistas de la época. Elizabeth Philpot mantuvo contacto con algunos de los paleontólogos y geólogos relevantes, tales como William Buckland (1784-1856), Henry de la Beche (1796-1855), William Conybeare (1787-1857) y Louis Agassiz (1807-1873). Este último bautizó a un pez fósil, Eugnatus philpotae, en su honor.
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