Las mujeres han ejercido de sanadoras, acepción positiva para designar a las personas que sanan al que está enfermo, desde el principio de la historia, lo que les ha ocasionado en muchas ocasiones serias dificultades, sobre todo desde la aparición de las universidades, a las que no tenían acceso las mujeres, y que afianzó la profesión médica entre los varones. Algunas de ellas vencieron las dificultades ejerciendo su profesión vestidas de hombres.
AGNODICE (300 a.C). Nació en Atenas, en una época en que las mujeres tenían
prohibido ejercer la medicina, así que, vestida de hombre, se fue a Alejandría a
estudiar medicina y obstetricia. Al volver a Atenas, todavía disfrazada de
hombre, ejerció su profesión con éxito entre las mujeres de la aristocracia.
Los médicos atenienses se sintieron celosos de sus éxitos y la denunciaron
acusándole de seducir y corromper a las
mujeres. Agnodice reveló entonces que era una mujer y fue condenada a muerte.
Las mujeres de la ciudad, algunas de ellas esposas de los miembros del
tribunal, se presentaron ante los jueces y amenazaron morir con ella si era
ejecutada. Esta resistencia organizada dio sus frutos. Agnodice fue liberada y
se le permitió seguir ejerciendo la medicina, vestida y peinada como quisiera. A raíz de eso, el Consejo Ateniense modificó la ley y autorizó a
las mujeres a estudiar dicha profesión.
JAMES MIRANDA STUART BARRY (1795-1865).
Médica del ejército británico nacida en Belfast (Irlanda del Norte). Vivió toda
su vida como un hombre, llamado James Barry, y solo cuando en 1865 se practicó
su autopista se descubrió que en realidad era una mujer.
Se disfrazó de hombre para poder
matricularse en la Universidad de Edimburgo obteniendo el doctorado en medicina
en 1812 se unió al ejército británico y
fue nombrado inspector médico en el sur de África. Trabajó en Sudáfrica
mejorando los suministros de agua potable y realizando la primera cesárea de la
que se tiene noticia. Después de estar en África, Malta y Crimen fue nombrada
Inspector General de los hospitales canadienses en 1857. Tras enfermar de
fiebre amarilla y regresar a Gran Bretaña, se retiró en 1864 y murió un año más
tarde. El revuelo creado tras descubrirse
que era una mujer no impidió que fuera
enterrada en el cementerio de Kensal Green, con el nombre de James Barry y su
rango oficial.
HENRIETTE FAVER CAVEN (1791-1856). Nacida cerca de Lausane (Suiza), se quedó viuda y sola, a los 18 años, y ante las escasas posibilidades que tenían las mujeres para sobrevivir en esa época, decidió viajar a París, vestirse de hombre y estudiar medicina.
HENRIETTE FAVER CAVEN (1791-1856). Nacida cerca de Lausane (Suiza), se quedó viuda y sola, a los 18 años, y ante las escasas posibilidades que tenían las mujeres para sobrevivir en esa época, decidió viajar a París, vestirse de hombre y estudiar medicina.
Al finalizar sus estudios empezó a trabajar como médico cirujano militar, en la campaña de Napoleón en Rusia. Durante la guerra de la Independencia en España, y tras la derrota de José Napoleón, en Vitoria, ejerció la medicina en el hospital de Miranda de Ebro. Al firmarse la paz abandonó España y viajó al Caribe, instalándose primero en la isla de Guadalupe y posteriormente en Cuba.
Al llegar a la Habana solicitó ejercer su profesión bajo el nombre de Enrique Faver y viajó al oriente isleño. Allí atendió a una joven enferma de tuberculosis, Juana de León, a la que propuso un matrimonio de conveniencia -exento de sexo- a cambio de aliviar las duras condiciones de extrema pobreza en las que vivía la joven. Una vez repuesta de su enfermedad Juana empezó a cuestionarse la relación con su "marido", Faver al sentirse presionada por Juana se trasladó a La Habana y confesó su secreto al obispo. Este le recomendó que contara la verdad a Juana y después ingresara en el convento de las Hermanas de la Caridad.
Al regresar a su casa y a pesar de la promesa hecha al obispo, no le confesó a Juana toda la verdad hasta que su relación se complicó sobremanera. En principio acordaron vivir como amigas pero la situación se hizo insostenible lo que llevo a Faver a separarse de ella y trasladarse a otra población. Aún así no consiguió encontrar la tranquilidad que buscaba ya que fue victima de todo tipo de comentarios hasta que un día fue retenida y desnudada, descubriéndose su condición de mujer. Fue encarcelada y condenada a diez años de reclusión en la Casa de Corrigendas de La Habana. La sentencia fue apelada y se le redujo la condena a cuatro años de trabajo en el Hospital Francisco de Paula, vistiendo ropas de mujer. Fue la primera mujer que ejerció la medicina en Cuba.
A partir de esta condena cambió su carácter, pasó de ser una mujer pacífica y bondadosa a irascible y bravucona, lo que provocó que fuera expulsada de la isla y embarcada hacia EE.UU. Se instaló en Nueva Orleans, se hizo monja y donó parte de su patrimonio a una orden religiosa de la cual terminó siendo superiora.
La vida de Henriette Faver ha sido llevada al cine en Cuba en dos ocasiones: con el corto Enriqueta Faber (1998) y el mediometraje Favez (2004). También a la literatura se ha ocupado de la vida de esta mujer, haciéndola protagonista de dos novelas: Enriqueta Faber de Andrés Clemente Vázquez (1894) y Mujer en traje de batalla de Antonio Benítez Rojo (2002).
Al llegar a la Habana solicitó ejercer su profesión bajo el nombre de Enrique Faver y viajó al oriente isleño. Allí atendió a una joven enferma de tuberculosis, Juana de León, a la que propuso un matrimonio de conveniencia -exento de sexo- a cambio de aliviar las duras condiciones de extrema pobreza en las que vivía la joven. Una vez repuesta de su enfermedad Juana empezó a cuestionarse la relación con su "marido", Faver al sentirse presionada por Juana se trasladó a La Habana y confesó su secreto al obispo. Este le recomendó que contara la verdad a Juana y después ingresara en el convento de las Hermanas de la Caridad.
Al regresar a su casa y a pesar de la promesa hecha al obispo, no le confesó a Juana toda la verdad hasta que su relación se complicó sobremanera. En principio acordaron vivir como amigas pero la situación se hizo insostenible lo que llevo a Faver a separarse de ella y trasladarse a otra población. Aún así no consiguió encontrar la tranquilidad que buscaba ya que fue victima de todo tipo de comentarios hasta que un día fue retenida y desnudada, descubriéndose su condición de mujer. Fue encarcelada y condenada a diez años de reclusión en la Casa de Corrigendas de La Habana. La sentencia fue apelada y se le redujo la condena a cuatro años de trabajo en el Hospital Francisco de Paula, vistiendo ropas de mujer. Fue la primera mujer que ejerció la medicina en Cuba.
A partir de esta condena cambió su carácter, pasó de ser una mujer pacífica y bondadosa a irascible y bravucona, lo que provocó que fuera expulsada de la isla y embarcada hacia EE.UU. Se instaló en Nueva Orleans, se hizo monja y donó parte de su patrimonio a una orden religiosa de la cual terminó siendo superiora.
MARY EDWARDS WALKER (1832-1919). Cirujana militar estadounidense que ejerció su profesión vestida de hombre, aunque nunca lo hizo para ocultar su sexo sino como una forma de protesta, contra la incomodidad de la vestimenta femenina de la época.
Textos: Mujeres en ciencia y tecnología. Rosa Mª Claramunt Vallespí, Teresa Claramunt Vallespí. UNED 2013
Favez o el secreto de Henriette Faver Caven. Alberto E. D´Ottavio Cattani. Rev.Med,Cine 2008
Fotos: Internet
Textos: Mujeres en ciencia y tecnología. Rosa Mª Claramunt Vallespí, Teresa Claramunt Vallespí. UNED 2013
Favez o el secreto de Henriette Faver Caven. Alberto E. D´Ottavio Cattani. Rev.Med,Cine 2008
Fotos: Internet
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