El
abismo que existe entre la situación de invisibilidad de las mujeres
en todos los ámbitos del conocimiento en épocas pasadas y la situación actual, con una mayoría de mujeres
en los centros de investigación,en la justicia, en la literatura, etc. es muy grande pero falta todavía un gran
trecho para alcanzar la igualdad real. Es necesario romper el techo de cristal
que impide a las mujeres alcanzar el reconocimiento denominado de
alto nivel como es su presencia en congresos, simposios, etc. Está claro que en los comites organizativos mayoritariamente o
totalmente masculinos funciona el fenómeno
“boys club”, es decir, los hombres solo “ven” a otros hombres. En relación a esto último, el pasado mes de enero se presentaron los resultados de una investigación realizada por Arturo Casadevall del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, en los que se correlacionaba de forma significativa el hecho de tener al menos una mujer en el comite organizador y el número de ponentes femeninas en los congresos.
Recordé esta investigación cuando vi en la prensa de ésta última semana los siguientes anuncios:
1.
¿No hay ninguna mujer estudiosa de la obra de Antonio Machado?
2.
En el jurado de este premio hay 16 personas, catorce hombres y dos mujeres. Una de ellas "en calidad de secretaria".
3. En este simposio internacional solo aparecen apellidos, ¿cuántos corresponden a hombres y cuántos a mujeres? .
Una de las causas de la invisibilidad de las mujeres en la cultura androcéntrica dominante es la ocultación de sus aportaciones bajo un apellido, que la mayoría de las veces se asocia a un hombre. Una primera lectura de esta publicidad probablemente nos llevaría a responder que todos los participantes son hombres, excepto la coordinadora que aparece con su nombre completo.
Solución. Tres mujeres: Paola Bovolenta, Roser González-Duarte y Elisa Heon
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