22 dic 2020

CIENTÍFICAS EN LA LITERATURA DE FICCIÓN 21. HANNAH ELZEVIR-MARGARET DRABBLE


 22/12/2020

Las cuevas de Dios, uno de los relatos del libro UN DÍA EN LA VIDA DE UNA MUJER SONRIENTE, de la autora Margaret Drabble (Ed. Impedimenta. 2017), está protagonizado por Hannah Elsevir,  genetista de profesión y ganadora de un premio nobel. Aunque la carrera científica de este personaje de ficción  no un elemento fundamental en el relato, si aparecen algunos comentarios críticos relacionados con su condición de científica.

"Sin embargo, era imposible que su trabajo no le granjease algo de fama. No se puede ganar el Premio Nobel y seguir siendo un completo desconocido. Sobre todo en el caso de una mujer. No hay muchas mujeres que hayan ganado un Nobel. Las biografías de las féminas exitosas están muy demandadas.

Las mujeres y la fama mantienen una relación peculiar. La mayoría se sienten subestimadas, ignoradas e impotentes. Sin embargo, por este motivo, se dijo Hannah, las que alcanzan fama son más visibles que los hombres de su mismo "rango", y se ven sometidas a una curiosidad más lasciva".pp.235-236

Hannah, poco amante a exponerse públicamente, le lleva a  asumir la repercusión de su galardón con discreción

"Hannah Elsevir había recibido el Nobel con dignidad y discreción. Después, le sacaron varias fotografías y la entrevistaron, e incluso había aparecido en televisión pero no dijo gran cosa. La verdad es que esto decepcionó un poco a los periodistas, que habían confiado en sacarle algo más llamativo a la mujer que había descubierto lo que se denominaba  "el gen de la vanidad." pp.235-236.

Tras descubrir la aparición de la publicación de un diario póstumo del padre de un amigo de su exmarido y, ante el temor de la repercusión que pueda tener sobre ella, decide pasar a una especie de  ostracismo profesional, firmando su propio trabajo con el nombre de otros. Para ello recurre a la ayuda de su colaborador  (Brian Butterworth) para que de respuesta a todas las consultas, e incluso que asuma todo el éxito de las investigaciones conjuntas. Todas estas medidas conllevan un precio:

"En el Instituto empezaron a correr rumores de que Hannah Elsevir estaba acabada, de que había perdido facultades, de que Butterworth se había pasado una décima encubriéndola, de que era Butterworth el que debería haber ganado el Nobel. Eso le producía una enorme satisfacción". pp. 238.

Es evidente que el objetivo de este relato no es denunciar  la situación de discriminación que sufren las mujeres científicas para lograr el reconocimiento de su actividad investigadora. Aún así  la autora no la obvia del todo, dejándola entrever, tal como muestran las citas referidas en este texto.

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