2. SUSAN JOCELYN BELL BURNELL Nació el 15 de julio de
1943 en Belfast, Irlanda, la mayor de cuatro hermanos. Su padre que trabajaba
ocasionalmente en el observatorio de Armagh, la llevó a visitarlo. En 1956,
después de cursar la enseñanza primaria en Irlanda del Norte, se marchó a
estudiar a la ciudad inglesa de Cork.
Foto. Internet
En 1982 fue nombrada investigadora del observatorio de Edimburgo donde se dedicó a estudiar galaxias con la ayuda del satélite EXOSAT. También asumió la dirección del telescopio James Clerk Maxwell, de Hawai. En 1989 recibió la medalla Herschell de la Real Sociedad Astronómica de Londres por su descubrimiento de los púlsares. Actualmente es profesora de física en Open University y profesora visitante en la universidad de Princenton. Actualmente es profesora de astrofísica en la Universidad de Oxford en Gran Bretaña ha recibido, sin embargo, otros muchos premios y distinciones por sus contribuciones a la radioastronomía, siendo el más reciente la Medalla de Oro Grote Reber en 2011.
Estos días ha participado como ponente en Pasión por el Conocimiento-Quantum13, el festival de la ciencia de San Sebastián
En 1965 obtiene la
licenciatura en física por la Universidad de Glasgow y, posteriormente, ingresa
en Cambridge para realizar el doctorado. Se incorpora a un equipo formado por
otros cinco investigadores, dirigido por Anthony Hewish, con los que pasa dos años construyendo un radiotelescopio para observar los quásares.
Foto. Internet
En el verano de 1967 Jocelyn Bell, estudiante investigadora de
radioastronomía en Cambridge, tenía un mal día. Como parte de su tesis doctoral
estaba utilizando un nuevo radiotelescopio, buscando en los cielos señales de
variaciones interplanetarias y quasars. Pero mientras que la investigación iba
bien, una inexplicable interferencia aparecía en sus gráficos. Al principio,
Bell y su consejero, Hewish, pensaron que la señal debía ser una especie de
interferencia terrestre. Estas molestias son normales en radioastronomía. Pero
a pesar de intentarlo de todas las maneras posibles, Bell y Hewish no podían
eliminar la señal. Venía de algún lugar de la galaxia.
Después de un análisis más detallado se encontraron con algo en la señal todavía más sorprendente: tenía pulsos a intervalos regulares de 3 segundos y 2/3 cada uno. ¿Qué fuente de radio natural en la galaxia podría enviar una señal con una precisión tan alta? En 1967 nadie lo sabía, y los investigadores comenzaron a sospechar la posibilidad de que el origen no fuera natural. ¿Podría ser que estuvieran recibiendo una transmisión de una civilización alienígena? Medio bromeando empezaron a referirse a la fuente como 'LGM', por 'little green men' (pequeños hombres verdes).
Cuando la noticia del descubrimiento se extendió, más y más astrónomos empezaron a llegar al observatorio de Cambridge. Para satisfacer el interés creciente, Jocelyn Bell pasaba cada vez más tiempo siguiendo la extraña señal y buscando otras iguales. No estaba muy contenta: "Ahí estaba yo", recuerda "intentando obtener el doctorado de una nueva técnica, y ¡unos tontos hombrecillos verdes escogían mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros!".
La señal LGM al final no tenía relación con civilizaciones alienígenas. En menos de un año se detectaron varios objetos pulsantes similares. Su origen, se aceptó ampliamente, eran estrellas de neutrones rotando velozmente, y fueron acertadamente denominados 'pulsares'. Al primer pulsar se le conoce hoy como CP 1919, aunque debería llamarse Bell Star.
Anthony Hewish y Sir Martin Ryle obtuvieron el premio Nobel de
Física en 1974 por su papel decisivo en el descubrimiento de los púlsares". Aunque dicho descubrimiento se publicó como
Hewish, Bell y tres
colaboradores más, no se la tuvo en cuenta para el Nobel. La exclusión de Jocelyn Bell , estudiante de doctorado, en el galardón causó una
gran polémica y decepción en la comunidad científica, aunque Jocelyn nunca mostró indignación y como siempre en la comunidad científica se encontraron miles de escusas para justificarlo.Después de un análisis más detallado se encontraron con algo en la señal todavía más sorprendente: tenía pulsos a intervalos regulares de 3 segundos y 2/3 cada uno. ¿Qué fuente de radio natural en la galaxia podría enviar una señal con una precisión tan alta? En 1967 nadie lo sabía, y los investigadores comenzaron a sospechar la posibilidad de que el origen no fuera natural. ¿Podría ser que estuvieran recibiendo una transmisión de una civilización alienígena? Medio bromeando empezaron a referirse a la fuente como 'LGM', por 'little green men' (pequeños hombres verdes).
Cuando la noticia del descubrimiento se extendió, más y más astrónomos empezaron a llegar al observatorio de Cambridge. Para satisfacer el interés creciente, Jocelyn Bell pasaba cada vez más tiempo siguiendo la extraña señal y buscando otras iguales. No estaba muy contenta: "Ahí estaba yo", recuerda "intentando obtener el doctorado de una nueva técnica, y ¡unos tontos hombrecillos verdes escogían mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros!".
La señal LGM al final no tenía relación con civilizaciones alienígenas. En menos de un año se detectaron varios objetos pulsantes similares. Su origen, se aceptó ampliamente, eran estrellas de neutrones rotando velozmente, y fueron acertadamente denominados 'pulsares'. Al primer pulsar se le conoce hoy como CP 1919, aunque debería llamarse Bell Star.
En 1982 fue nombrada investigadora del observatorio de Edimburgo donde se dedicó a estudiar galaxias con la ayuda del satélite EXOSAT. También asumió la dirección del telescopio James Clerk Maxwell, de Hawai. En 1989 recibió la medalla Herschell de la Real Sociedad Astronómica de Londres por su descubrimiento de los púlsares. Actualmente es profesora de física en Open University y profesora visitante en la universidad de Princenton. Actualmente es profesora de astrofísica en la Universidad de Oxford en Gran Bretaña ha recibido, sin embargo, otros muchos premios y distinciones por sus contribuciones a la radioastronomía, siendo el más reciente la Medalla de Oro Grote Reber en 2011.
Estos días ha participado como ponente en Pasión por el Conocimiento-Quantum13, el festival de la ciencia de San Sebastián
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