Margarita Salas es la descubridora de una enzima la ADN polimerasa Phi 29, cuya patente aportó desde 2003 a 2009, año en el que expiró la patente, más de un millón de euros cada año en concepto de royalties. Es la patente más rentable de la historia de este país. Esta enzima sirve a policias, forenses y laboratorios para hacer copias de ADN de forma rápida.
Margarita Salas en la Real Academia de Ciencias (enero 2013). Foto Teresa Claramunt
Margarita (1938-). Nació en
Canero (Asturias). Hija de un médico que alentó sus estudios en la Universidad
de Madrid donde se licenció en química (especialidad Bioquímica) debido a la
influencia del profesor Severo Ochoa. Realizó su tesis doctoral con Alberto
Sols. Al finalizar su doctorado viajó a Nueva York y empezó a trabajar con
Severo Ochoa. Al cabo de tres años regresó a España creando junto a su marido
Eladio Viñuela el Centro de Biología Molecular. La investigación básica sobre el virus bacteriano Phi 29 ha sido y es su vida. Ha sido profesora de
investigación del CSIC y trabaja en el Centro de Biología Molecular “Severo
Ochoa” compaginando su trabajo científico con la de conferenciante por toda
España. Muchas de estas conferencias
analizan el papel y las dificultades de las mujeres en la ciencia.
Su actividad científica ha sido reconocida con numerosos premios a nivel
de estado e internacionales. Recibió el premio Carlos J. Finley de la en 1991, el premio Rey Jaime I de
Investigación en 1994, el premio Valores humanos del Grupo de Correo de la
Comunicación en 1998, el nombramiento como Presidenta del Instituto de España
en 1995, el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal en 1999, el
premio l´Óreal–Unesco en el año 2000, Académica de la Lengua, ocupando el sillón “i”
en la Real Academia Española trabajando en la comisión de Vocabulario
Científico y Técnico. En el año 2005 recibió la Medalla de Oro al Mérito al
Trabajo.Trabajadora incansable no concibe la idea del retiro, según ella misma
dijo en el año 2006 “me faltan dos años para la
jubilación obligatoria, pero en el Centro Superior de Investigaciones
Científicas existe la figura del profesor "ad honorem", una figura
puramente honoraria que te permite seguir trabajando “me parece que son tres años renovables por otros tres y yo voy a seguir. Ya he dicho que me moriré
con la bata puesta”.
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